Una de las causas que con más interés estudio, para intentar dar una explicación a las dificultades que encuentran los jugadores en la lectura del juego, es la presencia de errores repetidos. La mayoría de los entrenadores con los que hablo me comentan que el error es una dificultad o falta de conocimiento del juego. Pero creo que esto, no es tan sencillo, porque con frecuencia observo en los entrenamientos y partidos que el mismo error persiste y reaparece.
Los errores consisten en viejos conocimientos adquiridos por los jugadores y los entrenadores sobre el baloncesto, que les han sido útiles durante algún tiempo y en determinadas circunstancias, pero que en un momento determinado se revelan como contradictorios, inadaptados o falsos ante un nuevo concepto del juego que se desea aprender, obrando en consecuencia como un verdadero obstáculo que impide adquirirlo.
Lo más significativo es que este error no solo es de unos cuantos jugadores o entrenadores. Con frecuencia pertenecen a todo un equipo o una generación del mismo club. A veces, encuentro el mismo error generalizado en toda una competición, tanto en equipos de formación como en junior o seniors.
El error no es solo el efecto de la ignorancia, de la incertidumbre o de azar, según creen algunos entrenadores y entrenadoras que tienen una filosofía muy conductista del juego, sino el efecto de un concepto anterior que tuvo éxito y ahora es falso. Son residuos de conceptos anteriores que tienden a bloquear los cambios hacia los nuevos conceptos. Los errores se encuentran en el origen, en la iniciación y ahí es donde debemos insistir. Lo que caracteriza al error es que está vinculado al significado que para el jugador tiene ese concepto nuevo.
En resumen, el error es un conocimiento que produce respuestas correctas en unas situaciones del juego que el jugador o la jugadora encuentra a menudo, pero que generan respuestas falsas en situaciones generalmente competitivas. Este concepto se resiste a las contradicciones y a la aparición de un concepto del juego mejor. Además, continúa manifestándose de manera obstinada y no desaparece de una sola vez. Volverá, se resistirá y luego reaparecerá. Se manifestará mucho después de que el jugador haya rechazado el concepto defectuoso de su sistema cognitivo consciente.
Como entrenadores, creo que debemos hacer que el error salga a la luz y no quede oculto, pues estará arraigado en el conocimiento del jugador de por vida. Sería como si cuando planteamos un nuevo concepto en una situación real de juego, estuviéramos planteándolo fuera de la Zona de Desarrollo Próximo del jugador o jugadora, que es la zona en la podemos mediar para que el jugador desarrolle su máximo potencial.
En el programa de Detección de Talentos de la FEB trabajábamos a partir del error y dejábamos que saliera. El jugador respetaba al entrenador y aprendía. El problema era que reaparecía fuera del nuevo contexto, cuando llegaban a sus lugares de destino tras la aplicación del programa, ya que la metodología volvía a ser la misma. Esto que es importante para la FEB, no es suficiente.
Necesitamos plantear situaciones del juego en la que los jugadores y las jugadoras reinventen el juego para que sus conceptos sean construidos desde dentro, mediante su pensamiento. El concepto nuevo a aprender les exigirá una adhesión y una interiorización que no puede ser recibida de otro, sin perder justamente su valor, para que pueda ser aplicable a cualquier situación.
¡Debemos proponer un tipo de aprendizaje relevante para el juego en el que el error sea una parte esencial del mismo!