Estoy preocupado por proporcionar aquellos recursos que nos ayuden como entrenadores a entrenar de forma más crítica. Uno de los objetivos es que miremos nuestras capacidades y posibilidades a la hora de entrenar. Debemos darnos cuenta como entrenadores del significado de lo que es “entrenar” y de su “intención práctica”.
El entrenamiento debe ser un marco de reflexión diaria. Debemos pensar en cómo se organiza un entrenamiento, cómo es la estructura y cómo vamos a vertebrar todo el trabajo. Debemos pensar en nuestra capacidad para controlar el tiempo real de ejecución, el tiempo para la explicación colectiva y la individual. Anticipar lo que necesitaremos e incluso los problemas que tendremos si el material no es el adecuado o suficiente.
Resultará imposible entrenar sin saber y sin considerar los problemas que tiene el club, el polideportivo o la institución en la que desarrollaremos los entrenamientos. Los entrenamientos deben reflejar las soluciones a todos y cada uno de los problemas que se nos plantean. En los entrenamientos debemos reflejar nuestros fines e intenciones sin ambigüedades, ni confusiones.
Debemos de reconocer que no existe una única forma de entrenar, ni que entrenar es un concepto perfecto del que saldrán jugadores que nos harán ganar el siguiente partido son solvencia. No es una concepción única y verdadera. Pero si buscamos realizar el mejor entrenamiento posible, éste nos servirá para valorar la corrección o incorrección de todo lo que hagamos .
Si anotamos nuestras reflexiones en él, nos encontraremos con discrepancias y controversias de las que saldrán conclusiones que nos harán mejores entrenadores.
Lo más importante es reconocer que nuestros entrenamientos no perdurarán para siempre y mejorarán en base a experiencias reales.
¡Entrenar bien… Jugar bien!
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